Diseñar raíces: cómo un cartel digital puede transmitir historia y emoción
Hoy quería hablar de una experiencia reciente, personal, que me ha llevado a reflexionar acerca de diferentes puntos. Vamos a ver el contexto:
A veces los proyectos más especiales llegan sin buscarlos.
Durante este mes, el pueblo de mi pareja (Enguídanos) organizaba su habitual Fiesta de la Celtiberia, y tuve la oportunidad (y el honor) de diseñar el cartel de dicha fiesta.

Lo que empezó como un concurso sencillo, que daba la oportunidad de participar para poder dar visibilidad al municipio y sus raíces, terminó convirtiéndose en una pequeña lección a diferentes niveles, sobre storytelling visual, autenticidad en marketing y el poder de transmitir identidad a través del diseño, entre otros.
Diseñar para contar una historia
Cuando vi el anuncio, tuve clara la idea que quería plasmar y trasmitir a través de mi diseño del cartel. Aunque el cartel fue creado digitalmente, sabía que debía tener alma. No buscaba un diseño neutro o genérico, sino una pieza que evocara la historia del lugar: el castillo, la topografía, la atmósfera de Enguídanos…
Quería que la gente que iba a asistir a la Fiesta tuviese la oportunidad, aparte de disfrutar de todo lo que el pueblo había organizado y de estar con sus seres queridos, de poder mirar el cartel e intentar reconocer el castillo, las casas del pueblo y sus habitantes, entre otros pequeños guiños a su tradición.
Por eso opté por un estilo gráfico que imita el trazo clásico, casi grabado, y por una paleta cromática sobria, que reforzara la sensación de pasado y permanencia. Fue una manera de utilizar herramientas digitales al servicio de la emoción, no al revés.
Hay que tener claro que un diseño no tiene que ser siempre manual para ser humano. Lo importante es que detrás, siempre debe existir una intención y visión claras y bien definidas
La fuerza del diseño local en marketing
Si llevamos esta vivencia personal al campo del marketing, podemos decir que actualmente se habla mucho de “local love”: conectar con las comunidades y con las identidades propias de cada territorio. Eso se logra no solo con mensajes, sino con imágenes que representan lo que la gente siente como suyo.
Este cartel no es el ejemplo de una gran campaña nacional ni una pieza de branding corporativo: pero nos sirve de muestra para poder sacar conclusiones y ver que se trata de un símbolo para una comunidad. Y precisamente por eso tiene tanta fuerza.
Cada elemento visual habla de pertenencia, y eso construye un vínculo emocional real.
Nostalgia y storytelling visual
Ya estuvimos comentando hace pocos meses acerca del potencial que tiene el uso de la nostalgia en branding. Esta técnica no consiste en copiar el pasado, sino en evocar sensaciones compartidas. En este proyecto, la inspiración fue clara: la historia celta e ibérica de la zona, la arquitectura del castillo y la estética de grabado que remite a otra época.
Esas referencias visuales hacen que quien ve el cartel sienta que forma parte de algo más grande: una tradición, una memoria común.
Y eso, en marketing, es oro puro.

Emoción a través de lo digital
Ganar este concurso, no lo voy a negar, fue algo muy bonito, pero lo más valioso fue el proceso. Me recordó que no importa si la herramienta es digital o analógica: lo que marca la diferencia es la historia que decides contar con ella y cómo la cuentas.
En un entorno saturado de estímulos visuales, las piezas que conectan emocionalmente, porque representan algo real, son las que quedan en la memoria.
Este proyecto me enseñó que el diseño local y el storytelling visual pueden tener tanto impacto como las grandes campañas, aunque nazcan en un pequeño pueblo. La emoción, la identidad y la historia compartida no necesitan grandes despliegues, solo una mirada cuidadosa y una narrativa clara.
Y tú, ¿qué historia quieres contar?
¿Alguna vez has trabajado en un proyecto local que te haya hecho reconectar con tus raíces o entender mejor una comunidad.
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